La estatua está ubicada en el amplio hall que se obtuvo tras varias refacciones, en un rincón destacado junto a la Biblioteca que también lleva su nombre. 

El acto lo inició el querido Horacio Malvicino, autoridad de la Asociación Argentina de Intérpretes, que dijo que hubo una comisión para juntar las ideas que luego llevaron a diseñar la obra, y que era bueno descubrirla ante tantos amigos. Y dio lugar a Gabriel Soria, director de la Academia Nacional del Tango, que destacó la calidez humana de Federico y que era un músico de raza.

Luego ‘Malveta’ descubrió la obra junto a Emiliano Federico y los nietos de Leopoldo, que fue realizada por Paula Raquel Franci a tamaño casi real y tiene lentes que fueron de su propiedad, y un bandoneón verdadero pero diseñado especialmente con menor peso para que lo soporte la estatua. La artista plástica agradeció la ayuda y también Horacio Cabarcos miembro de su recordada orquesta. Justamente remarcaron que Leopoldo insistía siempre en tocar con Orquesta aunque eso derivara en menos trabajos, pues era la forma en la que quería sonar y no lucirse en soledad. Siempre le dio ánimo y fuerza a otros intérpretes.